miércoles, marzo 12, 2008

EDMUNDO DE AMICIS (CORAZÓN)



Julio
*

¡Adiós!
*

Lunes, 10



Pasada la hora de la queda, nos reunimos todos por última vez en la escuela para conocer el resultado de los exámenes y recoger las cartillas de los certificados con las correspondientes calificaciones.

La calle rebosaba llena de padres, que también habían invadido el amplio zaguán. Y muchos hasta se metieron en las aulas, empujándose hasta la mesa del profesor. En mi clase ocupaban todo el espacio que hay entre las paredes y los primeros bancos.

Entre ellos staban el padre de Garrón, la madre de Deroso, el herrero Precusa, Coreta, la señora Nelle, la verdulera, el padre del albañilito, el de Estardo y muchos otros que no conocía. Por todas partes se percibía rumores como si estuviéramos cuando se está en una plaza.

Entró el maestro e inmediatamente reinó completo silencio. Llevaba una lista en la mano y empezó a leer seguidamente por orden alfabético:

-Abatucci, aprobado, Archimi, aprobado, el albañilito, aprobado; Crosi, aprobado -luego añadió con voz fuerte:

*

-Deroso aprobado, sobresaliente con el primer premio.

Todos los que estaban presentes y le conocían, gritaron:




  • -¡Bravo, Bien por Deroso!

El se dio un estirón a los rubios rizos y miró con fruición a su madre, que le saludó con la mano. Y sonriendo con su aire desenvuelto y bello, miró a su madre, que le saludó con la mano. Garofi, Garrón y el calabrés también figuraron entre los aprobados. Después leyó los nombres de tres o cuatro que tienen que repetir curso, echándose a llorar uno de ellos porque le amenazó su padre, que estaba en la puerta. El maestro se apresuró a decirle:

-Mire, Dispense usted; no se ponga así, porque muchas veces es por mala suerte, como ha sucedido en el caso de su hijo.

Continuó leyendo. Nelle sacó aprobado y su madre le envió un beso al aire con el abanico. Estardo obtuvo notable de media, mas no por eso se sonrió ni se quitó los puños de las sienes ni se movió, ni levantó los codos de los bancos, El último de la lista fue Votino, que resultó aprobado. Era el que iba vestido con mayor elegancia y mejor peinado. Terminada la lectura de las calificaciones, el maestro se levantó y nos dijo:

-Muchachos, ésta es la última vez que nos reunimos. Hemos estado juntos todo el curso y ahora nos separamos como buenos amigos,.¿no es verdad? Siento esta separación, queridos niños...

-Se interrumpió y luego continuó diciendo-: Si alguna vez he llegado a perder la paciencia, si en alguna ocasión he pecado de injusto, sin quererlo, o me he mostrado excesivamente severo, perdonadme.

-¡No, no, señor maestro, nunca jamós! -dijeron a un tiempo padres y alumnos.

-Disculpadme -repitió el maestro- y no dejéis de quererme. El próximo curso ya no estaréis conmigo, pero os veré con frecuencia y permaneceréis en mi corazón.
¡Felices vacaciones, muchachos, y hasta la vista!

Dicho lo cual esto pasó entre nosotros y todos le tendían la mano, empinándose, subiéndose en los bancos, le tiraban de la chaqueta y le cogían los brazos. Algunos le abrazaron y cincuenta voces dijeron a coro:

-Hasta la vista, señor profeszor. Gracias por todo maestro.
¡Que le vaya bien ¡Acuérdese de nosotros!...

Cuando salió estaba emocionado extraordinariamente conmovido..

Abandonamos la clase en tropel. También salían al mismo tiempo de las otras clases y se produjo una gran confusión de saludos y de mutuas despedidas entre muchachos, maestros, padres y maestras.

La maestra de la pluma roja tenía cuatro o cinco niños encima y unas veinte criaturas a su alrededor, que no le dejaban respirar. A la «monjita» casi le habían destrozado el sombrero y la habían llenado de ramitos de flores que ponían en los ojales y en los bolsillos del vestido negro. Muchos felicitaban a Robeto, que aquel día era, precisamente, el primero que iba sin muletas.

Por todas partes se oía decir:


*


«¡Hasta el próximo año que viene! ¡Hasta el veinte de OCTUBRE! ¡Nos veremos por Todos los Santos!» También nos despedimos mi padre y yo de los conocidos.

¡ah. Cómo se olvidan en esos momentos los sinsabores pasados! Votino, que siempre se había mostrado tan envidioso de Deroso, fue el primero en abrazarlo con efusión. Yo saludé y estreché la mano del albañilito en el instante que por última vez me ponía el hocico de liebre.

¡Qué buen chico! Saludé a Precusa y a Garofi, el cual me dijo que había obtenido un premio en la última rifa y me entregó un pequeño pprensapapeles de mayólica, algo roto por una esquina. De todos me despedí con un apretón de manos.

Fue emocionante ver cómo se acercó el pobrecito Nelle se abrazó a Garrón por acá, del que no podían despegarlo. Todos rodeaban a Garrón, lo abrazaban y zarandeaban en prueba de cariño, como bien se lo merecía el ejemplar muchacho, que a todos sonreía. Su padre estaba allí embobado ante semejante muestra de afecto. A Garrón fue el último a quien abracé, ya en la calle, procurando contener un sollozo al tener mi cara sobre su pecho; él me dio un beso en la frente admirado, contento y conmovido.

Después corrí a reunirme con mi padre y mi madre que me esperaban.. Mi padre me preguntó si me había despedido de todos, y yo le dije afirmativamente.

Luego me recomendó si hay alguno con el cual no te hayas portado bien en cualquiera ocasión, que buscara y pidiera que te perdone.

-No hay ninguno, nadie -le contesté.

-Bueno, pues entonces, vámonos.

Anadió mi padre con voz conmovida, dirigió una última mirada a la escuela y dijo con voz conmovida:

-¡Adiós!

Y mi madre repitió:

-¡Adiós!

Y yo….yo no pude decir nada.


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