viernes, mayo 09, 2008

Fernando Ampuero (Puta Linda)

INDISCRETO ENCANTO DE UNA NORTEÑA BAJADA




• La reciente novela de Fernando Ampuero cuenta la escabrosa vida de una prostituta
*
• Una historia de erotismo, incesto y corrupción.

Por Javier Ágreda.


Foto: Veronica Calderón.


El periodista y escritor Fernando Ampuero nos relata en Puta linda (Planeta, 2006) la historia de Noemí, una mujer que vive su sexualidad deshinhibida y plenamente, lo que le permite ascender en el mundo de la prostitución. Nacida en un pueblo de la costa norte pasa, en pocos años, de ejercer su oficio con humildes camioneros a ser invitada especial en las fiestas de las más importantes autoridades militares del fujimorato. Noemí le cuenta todas estas aventuras a Luis Alberto, un joven aspirante a escritor que suele visitarla en sus lugares de trabajo, en los que él paga solo por oírla, pues quiere convertir su historia en novela.


Sexo y corrupción. Fernando Ampuero con una novela de corte erótico


El desenfadado erotismo, por momentos llevado al extremo, de las peripecias de Noemí se fusiona bien con la vitalidad y alegría que les otorga al narrarlas. Una combinación que, según ha declarado Ampuero, descubrió en las películas de Fellini y que aquí produce episodios tan singulares como el de Noemí y su hermana (de 12 y 14 años) juntas teniendo relaciones con el conviviente de Rosaura, la madre de ambas; o a Rosaura descubriendo a sus hijos, los mellizos Noemí y Jeremías, en plena felación. Pero el tono festivo se pierde pronto y en aventuras posteriores, como las orgías de los uniformados, imperan la sordidez y corrupción.


Perfil


NACIMIENTO. Lima, 1949. Periodista, cuentista, novelista y dramaturgo. Ha sido subdirector de Caretas, editor de Somos y director de programas de TV.

OBRA NARRATIVA. Caramelo verde (1992), Malos modales (1994), Bicho raro (1996), Mujeres difíciles, hombres benditos (2005), entre otras.


El optimismo vital, eje de la narración, también se menoscaba con las intervenciones de Luis Alberto y su amigo el “Chueco” Tapia (también aspirante a escritor), personajes planos y poco desarrollados. Como ha señalado la crítica, en las ficciones de Ampuero el narrador o algún personaje suele cuestionar la verdad y verosimilitud de lo relatado. En Puta linda esa función le corresponde a las conversaciones de los dos amigos, pero estos diálogos más parecen las justificaciones del autor por escribir “una historia de pedofilia e incesto... poco edificante en términos de valores humanos”. Desde las primeras páginas, Luis Alberto está siempre excusándose por no “contar nada sobre indios en la miseria...”.

Es esta la segunda incursión de Ampuero en los dominios de la erótica –en la primera, el poemario Muslo que subo (2004), hay un texto que anuncia la historia de Noemí–, la temática y los personajes lo hacen caer en una serie de lugares comunes. Luis Alberto y Noemí son arquetipos complementarios: el artista incomprendido y su musa sensual, dicho en términos del autor, el “bicho raro” y la “puta linda”. Y como Matalaché de LópezAlbújar, Noemí destaca entre sus compañeras por motivos raciales: su madre es “una mestiza caliente de Catacaos”, pero la belleza y alta estatura las hereda de su padre italiano. Por eso se promociona en los avisos económicos como “italianita, altita, espectacular...”.

Mundo prostibulario

Es en el plano del lenguaje donde el esquematismo se hace sentir más, pues el autor no parece muy diestro en el manejo ni del registro prostibulario propio del mundo de Noemí, ni del juvenil de las conversaciones de Luis Alberto y Tapia. Y para compensar las deficiencias recurre a una retórica algo ampulosa: “Acantonada en su sapiencia de lupanar...la Socotroco tomó aliento y respondió con modulación perentoria...”. Solo cuando Ampuero supera esta dicotomía entre oralidad y escritura –en algunas de las historias que cuenta Noemí– logra entregarnos las páginas más rescatables de Puta linda, una novela fallida pero sumamente divertida.
“Hay lectores que pueden tirarse abajo un libro”

El escritor acaba de publicar Puta linda, una novela de corte erótico con alusiones a la corrupción fujimontesinista.

Sostiene que no solo escribe para divertir y que más bien con Noemí, su personaje, intenta reflexionar sobre el país.

Pedro Escribano
La República, Lima 02/11/06

Fernando Ampuero parece salir en defensa de su Puta linda (Ed. Planeta). Esta entrevista, que se hizo mucho antes de las críticas adversas que ha recibido su obra, incluyendo la del sábado pasado en esta sección. La novela cuenta de Noemí –una mujer norteña que se hizo prostituta a los 13 años de edad–, narra su vida a Luis Alberto, un aspirante a escritor. Su testimonio, material para una novela, está salpicada de audacia y perversión sexual, así como de pasajes de la corrupción fujimorista. Ella fue reclutada por hombres del poder.

–¿Tu novela está concebida solo para divertir?

–Bueno, yo no escribo específicamente para divertir. Eso es un efecto secundario. Escribo para poder volcar las vicisitudes de algún personaje que he concebido o que he visto, que puedo plasmar en un libro. Creo que el texto es divertido, pero también es una obra que hace reflexionar en la medida en que este personaje encarna una cierta moralidad y también un optimismo a prueba de bombas. Se desenvuelve en un medio como ya se dice en la contratapa, bastante emputecido.

–¿Acaso atribuyes a una niña campesina una sexualidad burguesa?

–No. No es una chica mojigata, esta es una hija de puta. No quiero decir que sea una mala persona, es literalmente una hija de una señora que es puta. Entonces ella crece en un ambiente de puterío. Su ilusión es ser puta, tener tetas grandes como su madre. Entonces digamos tiene una sexualidad abierta, medio salvaje.

–¿Has escrito algo de eso de "lo que le gusta a la gente"?

–No. Yo creo que uno de los niveles de esta novela es el plano erótico y perverso quizá. Pero es una perversidad inocente en el lado de Noemí. El otro plano es el de las vicisitudes humanas, en la que los personajes se desenvuelven en un contexto que es el de la dictadura de Montesinos y Fujimori, digamos que es el contexto principal. El que determina la buena o mala fortuna de este personaje.

–Está planteada también la vocación de escritor.

–Ese es el segundo gran tema de la novela, el proceso creativo de una novela. Algunos lo hacen así, investigando, como Luis Alberto, otros lo sacan de adentro.

–El personaje que intenta ser escritor es bastante socorrido.

–Bueno, mira, eso está hecho ex profeso. Tú sabes, yo tengo muchos libros de cuentos y novelas y nunca he puesto al personaje escritor. El tema de la prostituta aparece hace dos mil años y sigue vigente.

–¿Pueden decir que tu libro es light y que se va hacia la política para justificarse?

–Siempre hay lectores que pueden tirarse abajo un libro, o levantarlo. Creo que es un libro honesto, que tiene algo de divertimento, pero que tiene mucho más en lo que es perspectiva literaria, en mi proyecto literario. Creo que el libro se sostiene. Finalmente, no escribo para ese tipo de lector tan quisquilloso, escribo para un lector que quiere meterse en un libro y entender un poco al país. El lector dirá si le gusta o no.

–¿O si se va con Noemí?

-(Risas) Con que Noemí se quede un rato en su imaginación yo me sentiré bastante satisfecho.

Las oscuras incursiones

–¿No te tembló la mano para ponerle tanta perversidad sexual a la niña personaje?

–Bueno, no. En los sectores sobre todo populares, abunda este tipo de conductas por la promiscuidad, porque no hay habitaciones, porque el tío y la sobrina, el hermano y la prima y todos duermen en la misma cama y es un sancochado total. Eso suele ocurrir. Pero ocurre también en las clases altas. Lo que pasa es que en las clases bajas suele verse más. Eso como periodista tú y yo, que hacemos incursiones sociológicas, lo sabemos. Yo creo que lo esencial de Noemí es que es una puta de vocación. Y eso es lo que hace de Noemí un ser especial, particular. Lo especial de la novela también es que los personajes que la confrontan, o sea el personaje que la descubre, desde el punto de vista humano y literario, también es un muchacho con vocación, porque son unos miraflorinos, que están ubicados en el lado feo de Miraflores.

Agradecimientos a la
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A cuarto vale la vaca, y si no hay cuarto, no hay vaca
Refrán popular

Puta linda, último libro de Fernando Ampuero, es una novela corta -127 páginas- cuyo protagonista, Luis Alberto, aspirante a escritor, decide entrar al mundo de las putas no para solazarse en eróticas aventuras sino para recrear la biografía de una prostituta a partir de lo que ésta pueda contarle. Es así que conoce a Noemí en un famoso burdel de la avenida Colonial, una prostituta de provincia, quien se ve sorprendida ante la petición del protagonista: gastar los veinte minutos que ella ofrece por sus servicios sólo conversando acerca de su vida a fin de proporcionar material para la escritura de Luis Alberto. Tras algunas dilaciones, acepta la proposición y a partir de entonces asistimos a una serie de retrospecciones -los relatos de la prostituta- en que se nos refiere su descubrimiento del sexo cuando aún tenía doce años entre la playa y los pueblitos carreteros del norte, en algún lugar de la costa de Piura. En este punto, la novela deviene en una conjunto de secuencias paralelas: por un lado, las conversaciones que sostiene el protagonista con su amigo Jorge, temporero como él en la venta de enciclopedias, acerca de la moralidad o amoralidad de las obras de arte (o la conveniencia de componer una novela a partir de la libérrima vida sexual de Noemí); por otro lado, la ingenuidad provinciana con que la puta linda del título cuenta y practica el sexo y se vuelve puta, su vertiginoso ascenso social a fuerza de maña e ingenio ya instalada en Lima y su conversión en una dama aristocrática y ricachona; y, finalmente, casi ajena pero elocuente respecto del perfil de vida que adquiere el protagonista por su relación con Noemí, la decadencia de la relación de Luis Alberto con su madre.




Como todos los textos de Fernando Ampuero, Puta linda es una novela entretenida, que se deja leer de manera rápida y voraz, a lo que se suma una trama por demás llamativa (nuestro autor es, ante todo, un buen narrador de historias y esta es prolífica en anécdotas y morbo) y la construcción y manejo de los planos temporales de manera hábil. Ese es el mérito de su ya copiosa obra narrativa. A ello hay que añadir, por primera vez en su carrera artística, una mirada por momentos distanciada y sardónica sobre la clase alta limeña, sus hipocresías, su doble moral, sus caricaturescas costumbres y galas. Asimismo, frente a su producción anterior (recordemos a la maniquea Maribel de Caramelo verde, por no mencionar a las inofensivas títeres de los cuentos de Mujeres difíciles, hombres benditos), el personaje femenino y su psicología han sido desarrollados con mayor profundidad, tomando aspectos de la producción literaria reciente sobre este tipo de personajes (Memorias de mis putas tristes y Travesuras de la niña mala, esencialmente). Ampuero, incluso, se adhiere a la prédica vargasllosiana de llevar a las últimas consecuencias la disolución de las fronteras entre la realidad y la ficción. Recordemos que Vargas Llosa, a lo largo de los años, ha postulado el valor de la novela en tanto que nos hace “pasar gato por liebre”: su verosimilitud nos hace creer que lo ficcional es real y que lo real puede llegar a ser mera ficción. Y este es un punto fundamental en la novela de Ampuero: Noemí recuenta sus años en provincia pero siempre recalcando que son puras mentiras; no obstante, son mentiras tan bien engranadas entre sí, con tal coherencia y grado de verosimilitud que Luis Alberto necesita creer en ellas para componer su obra (una mirada análoga de este tema, pero con la fuerza y originalidad de quien lo inventa y confiere realidad articula precisamente Travesuras de la niña mala de Vargas Llosa). Por otro lado, el contrapunto entre el protagonista esteta y su amigo Jorge, alguien que cree en el poder moralizante de la novela (una novela distinta ciertamente del melodrama erótico que ofrece Noemí a Luis Alberto, repleta de incestos, la descripción de diversas posturas sexuales y las vicisitudes del ascenso social y el cada vez más sofisticado empleo del cuerpo en el medio puteril) está bien logrado pese a lo cliché y, por ende, previsibles que pueden resultar tales posturas una frente a la otra (disputas de habilidad expositiva semejante y de sutilizas más logradas sobre literatura arte y moralidad datan de antiguo en la literatura latinoamericana; bastaría mencionar las del Boom, pero parece que Ampuero cuenta con que tales debates no han sido de conocimiento de su potencial lector).




Sin embargo, la novela también tiene apreciables defectos internos que no podemos soslayar. En primer lugar, y este es ya un demérito a lo largo de toda la trayectoria del escritor, es el mal término al que lleva sus obras. Matar al protagonista en un accidente de una combi asesina resulta por demás intempestivo en el desarrollo de la trama y, esencialmente, efectista. Asimismo, el contrapunto que se hace entre la historia personal y la historia nacional es un demérito de la novela. Como las llamadas grandes novelas nacionales de las que habla Doris Sommer y como en Travesuras de la niña mala, Puta linda pretende entregar, en el conjunto de historias paralelas, un contrapunto entre el desarrollo de la historia política y la del individuo en su circunstancia doméstica y señalar, ya sea de modo ostensible o sutil, las mutuas influencias que existen entre ambos ámbitos. Tal estrategia se sustenta no solo en las relativamente recientes afirmaciones de los estudios de género en torno de la participación activa, subrepticia y a veces inadvertida del Estado en la discriminación de individuos puntuales -la historia de la nación influye en ello no de manera conductista, de causa-efecto, sino de formas más subrepticias pero no por ello inexistentes-, sino que se remonta a la teoría de la novela histórica de Tolstoi e incluso a los postulados aurorales de la gran novela del siglo XIX, que traza vínculos intrincados entre sociedad e individuo. Pero la historia nacional en el libro de Ampuero -los acontecimientos de la guerra interna contra Sendero y la dictadura fujimorista de los últimos años del siglo XX- es un mero adorno que parece únicamente necesario para enmarcar a sus personajes en un paisaje útil -el contexto imprescindible- para insertarse de modo tangencial pero visible en la recientemente bien vista narrativa sobre la violencia política y sus secuelas –cierto enfoque sobre la crisis finisecular del Estado peruano y el conflicto interno contemporáneo a esta, exigido y aplaudido por la crítica especializada y ahora por cierto mercado editorial— pero completamente inútil si se trata de establecer un contraste entre este y el desarrollo vital de cada uno de los personajes de la novela (sus existencias podrían haberse desplegado de idéntico modo sin aludir a los convulsionados años noventa, puesto que cualquier alusión política puntual podía ser reemplazada por cualquier otra que simplemente trasuntara decadencia). Por último, una traba para la coherencia en la verosimilitud de la novela (trabajada diestramente en las historias de tránsito a la adolescencia de Noemí) es el vertiginoso ascenso social de la puta linda. Fernando Ampuero ha señalado que él se nutre de todo tipo de elementos (desde los literarios hasta la cultura de masas y sus experiencias de vida) para sus escritos, y justamente el manido esquema de la telenovela rosa es el que más influye en el paso de la ingenua niña provinciana de inicios de la novela a la distinguida dama del cierre de Puta linda. A diferencia de su modelo, Puta linda, ciertamente, no cuenta la historia de una provinciana que accede a la plenitud del reconocimiento social mediante el coito –previo ensueño sentimental- con un miembro distinguido de la elite burguesa que domina los destinos de todos los personajes; sin embargo, lo consigue a través de muchas parejas, cada cual mejor vinculada con el poder y, en un gesto marcadamente conservador, sus empeños y desvelos arribistas se nos presentan como logros deseables y signos de prosperidad, como sucedía con las protagonistas provincianas de los melodramas televisivos de antaño, cuando de domésticas embarazadas progresaban a costureras y de ahí a modistas con atelier y desfiles de modas. Puta linda es, en este sentido, una autocomplaciente novela rosa sin novedad mayor que situar a su protagonista en una etapa de la historia económica en que ya no es imprescindible el señuelo del amor romántico para vender a los marginales la promesa del ascenso social (salvo, desde luego al postulante a escritor, que permanece en un cándido anacronismo al terminar vinculado sentimentalmente a la puta arribista).



Sin embargo como narración monda y lironda, con uno que otro desliz ya común en Ampuero, creemos que su última novela es un gran avance frente a sus anteriores escritos, puesto que asume con solvencia el diálogo intertextual con la producción literaria reciente (Vargas Llosa es el caso más notable) y añade a su visión del mundo cierta crítica a algunos vicios privados de las clases altas, antes inexistentes en su narrativa.

Agradecimientod a la Web


Apropósito de Puta linda, otro libro de Ampuero


INAUDITO. El círculo literario peruano se encuentra en un leve enfrentamiento ocasionado, ni más ni menos, por el reciente libro que publicara Fernando Ampuero titulado Puta linda. Los increíble es que la turbulencia en el circuito no fue provocado por el texto en sí de la obra, sino por la gruesas opiniones vertidas por los críticos del país, quienes han venido debatiendo sobre quién tiene o no potestad para emitir una opinión de este ejemplar editado por Planeta.


Pues bueno, una de las más ácidas fue la joven periodista Maribel de Paz (Editora Cultural de Caretas) quien calificó el texto como "una prosa con Parkinson", una pluma "temblorosa, débil e insegura". "Difícil no asfixiarse con Ampuero en cada página, difícil sumergirse en la trama, difícil creerla, difícil sentirla", escribió sanguinariamente dictada, según me dicen, por su maestro César Hildebrandt quien ha tenido puyas con el ex editor de Somos desde que trabajaron en la revista de los Zileri. ¿Eso hace su crítica inválida? Según Alonso Alegría, sólo personas con un diploma de literatura bajo el brazo podrían efectuar comentarios sobre este rubro, por esto acusa a la comunicadora bauzatina de agredir literalmente al escritor haciendo uso de un medio público, e inclusive dedica un artículo exclusivamente a desprestigiarla. Acto seguido fue Alonso Cueto, quien elogió la reciente obra de su coleguita y sentenció a De Paz como ingenua digitada, algo similar dijo el gago Ivan Thays, pero este con más mesura: "es obvio que cualquier persona... puede ejercer la crítica o la reseña periodística si demuestra adecuado conocimiento literario, capacidad de argumentación y improbado buen gusto". La oración última contradice todo ¡Plop!



Sin embargo, para contrarrestar la embestida salió a la palestra el mítico José B. Adolph quien priorizó la opinión de los lectores por sobre los críticos, ya que todo ser está libre de expresarse.
Como reflexión pongo en evidencia sólo una crítica especializada, la de Javier Ágreda, que fue publicada en LA REPÚBLICA y concluía que Puta linda es "una novela fallida, pero sumamente divertida", que sus “personajes principales son poco desarrollados”, que “los diálogos más parecen justificaciones del autor” y que no hubo un estudio sobre el lenguaje de los prostíbulos.


Por todo esto creo que definitivamente la crítica en el Perú se hace mayormente por el gusto de la gente, esto excluyendo a reconocidos críticos que salvaguardan su nombre con sendos estudios sobre las nuevas publicaciones de autores peruanos. Pero, sólo para acabar con Ampuero, hay una declaración que no debe excluirse y que puede sonar a disculpas adelantadas, estrategia de ventas o puro hueveo, y es cuando dice: “no escribo para ese tipo de lector tan quisquilloso, escribo para un lector que quiere meterse en un libro y entender un poco al país. El lector dirá si le gusta o no". (E/H)

LEYENDA
OBRA Y AUTOR. Ampuero y su polémica obra.
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HISTORIAS DE CAMA. La vida escabriosa de una puta norteña es el gran símbolo del escritor para pintar el terrible paisaje de un país emputecido. (Foto: Rolly Reyna)


la pulsión erótica de la palabra se confunde con la del cuerpo femenino: en un burdel de Lima empieza a escribirse el último y más provocador libro de Fernando Ampuero.

Por Enrique Planas


*
Dos jóvenes aprendices de escritor quieren escribir, cada cual, la gran novela, el libro que divida la literatura peruana en un antes y un después. Uno de ellos ya tiene avanzado un personaje. Sin embargo, sabe que el suyo es el personaje más fatigado de la literatura: el de la prostituta ideal. Y he aquí que al conocer y subir a la cama de Noemí, preciosa hija de Catacaos, mujer endiabladamente guapa, "con los ojos negros como el pecado y los labios tan grandes como la injusticia del mundo", irá escuchando las más novelescas historias de boca de esta Sherezade de sabor nacional. Luis Alberto, el joven escritor, pagará por oírla hablar, claro. Para una prostituta, literalmente, el tiempo es dinero. La historia que nos propone Fernando Ampuero en su última novela "Puta linda" tiene entonces dos caminos: el de esta sensual meretriz y el del proceso de la escritura de un muchacho que descubre y se apasiona por su personaje, "una puta de vocación, linda y enigmática", como la define el autor. "Finalmente, chocando, confrontando sus sensibilidades, se encontrarán estas dos personas de vocación: una literaria y la otra putañera", señala Ampuero.


¿Hasta qué punto es real hablar de una 'vocación' de prostituta?
En el caso de este personaje, se trata de una hija de puta, literalmente. Ella nació viendo esto, creció con esa ilusión, quería ser tan atractiva como su madre. Sí, yo creo que hay vocación para todo.



Los dos jóvenes escritores deliberan sobre la validez de escribir sobre una puta. ¿Fue también una reflexión tuya antes de comenzar el libro?
Sí. Pero el asunto es no amilanarse. Los temas en la literatura son pocos y hacemos infinidad de variaciones sobre ellos.
¿Y cuántas Noemís te han contado su historia?
Bueno, algunas, en algún momento. Pero no he sido tan insistente como el personaje de la novela (ríe). He tenido las experiencias que han podido tener todos los muchachos.
Más que de la historia de una puta, el libro cuenta, en verdad, la historia de una realidad emputecida...



Para mí lo importante era contar una historia emotiva, con encanto. Creo que lo esencial de Noemí es su naturalidad para asumir todas las vicisitudes de la vida, su amoralidad totalmente asimilada y su optimismo a prueba de bombas. Cuando hablo de una realidad emputecida, pienso que el Perú pasa por una situación similar. Vivimos en un país de moral muy relajada. Con burócratas del gobierno coimeros, un comercio informal y hasta delincuencial que todo el mundo acepta con naturalidad. Y, sin embargo, es un país optimista. La novela está ubicada entre las décadas del 80 y 90, una época bastante negra en nuestra historia, en la que esta chica asciende socialmente gracias a la corrupción. Ella está metida en su negocio, no reflexiona sobre el mal uso del poder, está jugando el partido que tiene que jugar.


Temas como el incesto, los accidentes de carretera, la caída de aviones y los diluvios que sacuden a un pueblo aparecen en la novela con la misma naturalidad con que aparecen en los periódicos.
Así son las cosas. Las he visto, he conversado en ocasiones con personas que estaban involucradas en eso. Cualquier sociólogo te puede dar esa información. El incesto es un hecho en gran parte de los hogares de menores recursos. Lo que he intentado es mostrar los hechos cotidianos sin dar demasiadas explicaciones. Creo que esa es la labor del novelista. Como decía Stendhal, la novela es la caja del violín y el corazón del lector es lo que le arranca la melodía. Claro, el lector se irá sorprendiendo ante tal cantidad de cosas, actitudes y conductas.
¿"Puta linda" es una novela escrita en el escritorio o te ha obligado a realizar un trabajo de investigación?



Todo se debe a experiencias personales. Soy un periodista, he visto muchísimas cosas, conozco mucho el norte, tengo noción de lo que ha pasado en la época de Montesinos y Fujimori. Es un tipo de investigación inconsciente que uno va haciendo y, de pronto, encuentras un personaje y sacas la novela de adentro. Creo que los escritores tenemos solo que escribir los libros que realmente llevamos adentro. Uno ve escritores como Mario Vargas Llosa, que hacen largas investigaciones durante años y luego llevan a cabo novelas espléndidas. Ese es un modo de escribir, pero también hay otro modo, como el de Malcolm Lowry , que no se sentaba a hacer archivo ni fichas sino que vivía la vida y la recordaba al escribir. De pronto, todo cohesionaba dentro de él y lo volcaba. Escribió varias novelas flojas, pero también otras espléndidas, como "Bajo el volcán". El primero es un oficinista de la literatura, el segundo un sacerdote, un tipo que solo hace misa cuando está inspirado.



Y entre los dos, ¿dónde te ubicas?
Creo que entre ambos...
En la portería de la sacristía, digamos ...
Sí. Generalmente mis libros no son producto de investigación sino de la acumulación de experiencias, percepciones y, sobre todo, de imaginación. Creo que vivir o haber vivido la vida es una larga preparación para escribir novelas, pero también haberse imaginado la vida, y seguir imaginándola es la otra parte del hecho literario. l

SINOPSIS

*
Luis Alberto, joven miraflorino aspirante a escritor, conoce a Noemí, una prostituta, mientras reúne información para escribir una novela sobre el tema de "una puta linda". Contando con su mejor amigo y colega de vocación, el chueco Tapia, como confidente de sus peripecias, Luis intima con Noemí, una mujer voluptuosa y narradora intuitiva que a lo largo de una amistad de muchos meses termina contándole toda su vida, mientras el joven trascribe sus palabras en innumerables libretas.

El tiempo avanza y con él Noemí, que de estable del burdel de la Nené pasa a prosti de lujo al servicio del mismísimo Doc Montesinos, prospera más allá de toda previsión. En el interín, Luis Alberto, que va ganando cierto afecto de la Puta linda, mantiene su estatus inicial de vendedor de enciclopedias y autodidacta misérrimo, muriendo atropellado --cómo no-- por una combi mientras lee en el paradero. En su entierro, Noemí aparece fugaz y espectacular, sembrando la curiosidad de la familia del joven.

ANÁLISIS

El narrador lanza una abierta advertencia a su personaje principal, mientras éste define su meta literaria, advertencia que en el fondo se da a sí mismo: "la ramplonería podía estallarle en la cara". De hecho, Ampuero debe haber terminado policontuso a resultas de las deflagraciones de su cursilería recurrente.

La contracarátula tipifica Puta linda como una "novela con alma de cuento"; yo añadiría "y con corazón de chisme". Hay obras que aspiran a la trascendencia por la intensidad de su estilo; otras por la denuncia que incluye su argumento; aún otras lo hacen por el retrato universalizable de alguna pasión humana. Puta linda elude con destreza todas estas motivaciones, enrumbándose sin vacilaciones hacia lo anecdótico.

Tampoco se trata de condenar del todo este pequeño volumen. Hay momentos moderadamente disfrutables, sobre a la mitad de la narración, con los flashbacks de Noemí --por mucho el personaje más interesante, presumible intención lograda del autor--, y al final, con el velorio de Luis Alberto. Pero existen muchos fragmentos casi intragables. Los diálogos entre el protagonista y Tapia son poco menos que prescindibles, por ejemplo, con sus sempiternos resbalos a la cucufatería, la confusión entre cursilería y lirismo, las precisiones inútiles (hay un largo párrafo donde Tapia va poniendo fechas al relato de Noemí, como si se tratara de una novelita de detectives), y los abundantes tópicos: Noemí puteando para Montesinos, los torvos militares irremediablemente corruptos, el autoritarismo de Fujimori, la combi asesina, los prohombres políticos rompiéndose el ojo en Las Suites de Barranco. Parece, por momentos, que Ampuero hubiese confundido su rumbo, entregándonos una mala y muy previsible crónica periodística de los noventa antes que una trama de ficción con aspiraciones a suspender nuestra incredulidad de lectores.

Para que no se crea que guardo alguna oculta inquina hacia el autor, he aquí algunos ejemplos, tomados literalmente de la narración:

"-[añadió Luis Alberto] Habrá que tener arte.
-[responde Tapia] Eso sólo se obtiene si un ángel nos besa." (Tapia y Luis dialogando sobre su futuro como escritores.)

"-¡Carajo, qué tal historia! -estalló el chueco Tapia- Es como demasiado, ¿no?" (reacción de Tapia luego de escuchar la biografía de Noemí; salvo el carajo, mi abuelita hubiera dicho lo mismo)

"El tema, le decía, es espinoso. Se presta a debates y tal vez a furibundas condenas, Luis Alberto. Vas a verte obligado a contar como si tal cosa una historia de pedofilia e incesto, que si bien es algo común en los sectores populares, a decir de los sociólogos, resulta poco edificante en términos de valores humanos." (No, el personaje que afirma esto no es una beata ni una tía solterona, ni el cura de la parroquia, sino el personaje Tapia.)

"[Tapia pregunta] Bueno, ahora mírame a mí y a ti. ¿Quiénes somos?
-Dos hombres de letras- dijo Luis Alberto con dignidad." (No comments)

¿Dónde está el humor, la ironía, la complicidad que caracteriza los diálogos entre los jóvenes patas en Lima? Sólo hay dos soluciones a este pequeño enigma; o bien el autor, deliberadamente, quiso que dos de sus protagonistas fueran ridiculos y huachafos a ultranza, o bien careció de la capacidad para darles una mínima profundidad psicológica y verosimilitud literaria. Si la primera opción es la correcta, la siguiente pregunta debería ser: ¿para qué? ¿qué rol cumple en la trama? Surge, entonces, otro misterio. Luis Alberto, sobre todo, es el personaje con el que el lector común debería identificarse; ¿qué sentido tiene disminuirlo y quitarle los atributos que nos harían sentirnos él mientras pasamos las páginas?

En suma, esta obra me parece una magnífica oportunidad perdida. La idea de la prostituta hermosa, joven, de buen corazón y habilidades sexuales de catálogo enamorándose del cliente predilecto es un ingrediente del imaginario masculino, un resorte oculto de muchos, aun de quienes no son putañeros efectivos. Es, en realidad, la vieja aspiración de todo macho latino de hallar la mujer sexualmente atractiva y espiritualmente sumisa que sus hormonas demandan. Constituye una buena premisa para emprender una novela, perdida esta vez por una visión narrativa que ostenta la profundidad de un milkshake. La republica

*

5 comentarios:

RomáN dijo...

Es la primera vez que leo un post así tuyo niña (y mira que, aunque larguísmo, me lo he leído todo) y me cautivado.
Compartes todos los argumentos a favor y en contra de "Puta linda" que uno -al menos en mi caso- no puede más que tratar de adquirirla y leerla!
Por mi parte, sabes bien niña, todo lo que me une a tu tierra (desde reconocer que mi escritor predilecto es Vargas Llosa hasta saber que yo deseo con toda mi alma probar, un día, esos "chupes de camarón" que sé hacen en tu país y que a mí me hacen de agua la boca!!)
Te mando mcuchos besitos desde México a ti, "Joselyn-Candy" (la imagen que tienes sin duda me fascina pues, como ya sabes, esa historia de Candy Candy del Hogar de Pony fue mi favorita de niño!!)

Isa dijo...

¡Uy! si que comparto el mismo comentario de mi compatriota querida Jessy. Largo, largo pero lindo tu post.
Besitos.

Malena dijo...

Joselyn, gracias por toda la información que me has proporcionado. Es interesante que alguien nos tenga al día y si es una amiga, más.

Un beso muy grande.

PIER dijo...

Hola guapa me ha gustado mucho este post.ese libro pienso leerlo..nos lo has vendido tambien.. que me apetece comprarmelo..
bueno guapa te dejo abrazos.

GUSMAR SOSA dijo...

La verdad tambièn me parece interesante, tratarè de adquirirlo.Saludos